Las orquídeas son una de las familias de plantas más diversas y fascinantes del mundo vegetal. Con más de 25,000 especies registradas y miles de híbridos, estas flores destacan por su extraordinaria belleza, variedad de formas, colores y aromas. Desde tiempos antiguos, las orquídeas han capturado la atención de botánicos, coleccionistas y amantes de la naturaleza, no solo por su apariencia exótica, sino también por sus complejas adaptaciones ecológicas. Presentes en casi todos los continentes, especialmente en regiones tropicales, las orquídeas juegan un papel importante en los ecosistemas y son símbolo de elegancia y delicadeza en muchas culturas.

Las orquídeas en Guatemala tienen una importancia profunda que abarca lo cultural, lo ecológico y lo económico. El país es reconocido como un territorio privilegiado por su gran diversidad de climas y ecosistemas, lo que lo convierte en el hogar de cientos de especies de orquídeas, muchas de ellas endémicas. Entre estas destaca la Monja Blanca, declarada Flor Nacional en 1934, símbolo de pureza, paz y belleza, que refleja la identidad y el orgullo de la nación. En el aspecto ecológico, las orquídeas cumplen un papel esencial dentro de los bosques, ya que participan en el equilibrio de los ecosistemas al mantener relaciones con insectos polinizadores y con hongos que favorecen la regeneración de los suelos. Además, su presencia es un indicador de la salud ambiental, pues estas plantas son muy sensibles a los cambios climáticos y a la contaminación, lo que las convierte en un termómetro natural de la conservación.